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Wednesday, July 14, 2010

Una tarde de lluvia pasajera

Felices y en armonía nos encontrábamos mi hija y yo pintando las paredes de la casa. Era uno de esos días en que en Puerto Rico cambia el tiempo de sol a lluvia y de lluvia a sol así, de momento, casi sin avisar. Mientras pintábamos y charlábamos, el cielo se nubló y como era de suponerse, comenzamos a guardar las pinturas y utensilios para el próximo día.

Mientras avanzábamos en la faena de recogerlo todo, el cielo se tornó gris oscuro y soplaba fuerte el viento. Decidí guardar el perro de mi vecina en su casa ya que nosotros lo estábamos cuidando pues mi vecina estaba de viaje. Mientras subía al perro a su casa, mi hija me gritaba desde la nuestra: - ¡Mami, mira, corre! Yo escuchaba pero no entendía. - ¿Qué? - contestaba gritando también. El viento soplaba muy fuerte. - ¡Mamiiii qué vengas! ¡Avanzaaaa! Sus gritos me asustaron. Salí corriendo a ver qué era. ¡Diantre! Aquello parecía un huracán. Salí corriendo de la casa de mi vecina apresurada para entrar a la mía. Temía que algún objeto volara y me golpeara. Mi hija seguía gritando: - ¡Avanzaaa!

Corrí hasta la puerta de la entrada de mi casa. Tenía el seguro puesto. ¡Ay! No puedo entrar! – removía el cerrojo de arriba abajo rápidamente. Mi hija corrió a buscar la llave. En eso, decidí entrar por el costado de la casa. El portón no abría. En viento seguía azotando, comenzaba a llover. El apuro y los nervios me impedían hacer algo tan fácil como abrir el portón. Finalmente lo abrí. Mi hija por su parte, abrió la puerta del frente. Uno de mis cuatro perros se salió y corría como loco por la acera de la urbanización. Parecía aturdido. Ahora me río de sólo pensarlo. Su cara parecía que decía: ¡Qué es esto? Cuando entré a la casa, grité: - chica, ¿qué has hecho?, ahora se salió el perro, ¡oh nooo pobre perritooo! – gritaba yo melancólica e histéricamente. En el mismo tiempo y espacio que ocurría todo, el viento entró a la casa y tiró al piso algunos adornos en cristal. -Ahora la cosa se puso mala- pensé. Fue entoces cuando las dos comenzamos a gritar como locas. Entre todo el revolú, mi hija decide buscar el perro en el carro, cosa que yo desaprobaba pues lo consideraba peligroso ya que el viento y la lluvia seguían haciendo de las suyas.

Minutos después, mi hija apareció con el perro. Lo entró a la casa y nos miramos. Ya había pasado todo. Creo que no pasaron ni 15 minutos desde que comenzamos a recoger las pinturas en el patio. Fue todo tan rápido. La lluvia y el viento siguieron su camino y sólo dejó a dos mujeres histéricas mirándose una a la otra y tratando de asimilar lo que había ocurrido. Todo estaba en silencio. – Mami, yo creo que todos nuestros vecinos nos escucharon, parecíamos locas. – me decía mi hija muerta de la risa. Yo miraba por la ventana. Tal vez era verdad y los vecinos se preguntarían qué le pasa a este dúo locas, a fin de cuentas era sólo agua y un poco de viento- imaginábamos nosotras que decían ellos. – Jajajaja, a la verdad que tú y yo no hacemos una – le contesté.

Ya había pasado todo y mi hija y yo nos quedamos en la sala, con los cuatro perros, riéndonos y reviviendo la odisea en lo que quedaba de la tarde.

3 comments:

  1. lastima que no habia una camara grabando, eso si que hubiese sido gracioso!

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  2. Niña así mismo es. Hubiera sido un buen video para la promosión de una película de sátira de terror jajaja

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  3. Es increíble todo lo que puede ocurrir dentro de solo 15 minutos. La vida es así, puede siempre coger a uno de sorpresa. Me gustó mucho como nos narras el día tranquilo y luego esa tormenta. Lo pude imaginar.

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